Muchas veces se siente como una fuerza que nos aplasta. En realidad el concepto de "la sociedad", como la concepción de las reglas morales que debemos seguir para pertenecer a ella o para ser aceptados, es algo muy abstracto, no tiene un depositario material, pero a veces suele concretarse en ciertos personajes que nos recuerdan lo que hay hacer y no hacer para ser gente decente. Personajes con caras largas, con ojos rojos y la piel seca. Con una mente armada con muchas tuercas y tornillos que no tiene posibilidad de cambio. No he podido liberarme de estos personajes, son como pedacitos de pesadillas que se me han escapado de mis sueños para colarse en el mundo despierto. Los odio, y les temo. Y me regaño a mí misma por seguir dándoles tanta importancia, por dejar que me hagan daño. Por que creo firmemente que cada quien debe ponerse sus límites, que cada quien debe juzgarse a sí mismo y actuar como más le convenza, siempre y cuando no le este haciendo daño a alguien más. Algunas veces he rebasado mis propios límites y me he sentido muy mal, mal conmigo misma, pero he aprendido de ello. Pero que alguien mas quiera imponerme sus límites, que me juzgue por haberlos rebasado, me parece muy necio, me parece egoísta, una falta de respeto. La sociedad crea límites, generales, impone límites, que tenemos que seguir precisamente para vivir en sociedad, para convivir, eso lo entiendo, hay límites indispensables, es solo que algunos me parecen tan absurdos. En concreto son todos aquellos que se refieren a ser una "mujer decente" que son muy distintos a los que tiene que seguir un "hombre decente". Lo bueno es que la sociedad también tiene sus matices, aunque hay algunos muy apegados a las reglas "sociales-sexuales" hay otros que no lo estan tanto, y hay otros que no lo estan en absoluto, me quedo con los últimos, que los primeros se pueden ir a sus casas, dormirse temprano y soñar lo que no se atreven a hacer en carne propia.
Mis ojos cansados de mirar hacia adentro buscan una salida en códigos indestructibles pero a la vez tan etéreos.
Tengo miedo
la tarde es gris
y la tristeza del cielo se abre
como una boca de muerto