Son las 5 de la tarde, las 5 de la tarde es mi hora favorita del día. La luz es rojiza y le pega a los objetos horizontalmente. Las sombras son largas y puede verse el sol sin guiñar y sin levantar tanto la cabeza. Vamos en tu coche, por caminos poco transitados por éste cuerpo. -¿Eres católico? -Me bautizaron. -Pero ¿crees en Dios? -si, ¿por que no? -¿de que te sirve creer en Dios? -¿de que me sirve no creer en el? -A veces ciertas creencias pueden estorbarte, bueno, ¿Cómo es tu Dios? Las tres últimas líneas acaban de salir de mi mente, me gustaría preguntarte como es tu Dios. A veces me pareces demasiado simple, pero creo que puede ser un engaño. Un velo que me pongo, una persona complicada no entiende lo complicado en lo simple. A veces no puedo resistir la tentación de verte inferior a mi. Solo por que no te inflas hablando filosóficamente. No quiero hacerlo, quiero darme la oportunidad de conocer nuevas formas, no quiero saber que es lo que soy y quedarme ahí, con ese conocimiento incipiente y clausurado prematuramente, supongo que hay un mundo de posibilidades que me faltan por explorar, hoy he decidido explorar lo simple, y hoy, para mi, tu eres lo simple.
Esto lo escribí hace tiempo y ahora lo leo y pienso que era muy prepotente. Pero la verdad es que fue una etapa muy definitoria en mi vida, por que si, era una chica muy prepotente, me di de frente con una pared de cristal cuando el que me acompañaba en mi mundo de prepotencia se alejo de mi y me di cuenta de todo lo que me estaba perdiendo por mi estúpida actitud que se resumía en "entiendo el mundo tan distinto a ti" y entonces mire hacia las cosas sencillas, que son maravillosas y empece a equilibrarme. Y me siento tranquila.
Mis ojos cansados de mirar hacia adentro buscan una salida en códigos indestructibles pero a la vez tan etéreos.
Tengo miedo
la tarde es gris
y la tristeza del cielo se abre
como una boca de muerto